Ambiente




ERES MI MUNDO

Edwin Rolando García Caal
22 de abril de 2021
Día de la tierra




No te dejaré solo otro segundo

 

Te vi al amanecer de mi vida

y me alegró conocerte

 

Vi que compartiste conmigo

maravillas y colores

Me diste flores

 

Fuiste aroma

fuiste suelo

fuiste sinónimo

y modelo

 

Con ansias de crecer

me fue ganando la vida

y tú como siempre apoyando

Con la belleza sumida

me diste comida

 

Te vi en la mañana, en la tarde y en la noche

Cuando el sol empieza a arder

o en el oscuro derroche

Te vi entre enamoradas cascadas

con su lluvia peliblanca

Me diste magia blanca

 

Me demostraste en el día

un amanecer eterno

alentando el nacimiento

de frases en mi cuaderno

Mas vi también tu invierno duro

nadando en aguas profundas

Me diste oxígeno puro

 

Me demostraste en la tarde

el ciclo de los momentos

cuando los ojos se abren

para cerrar sentimientos

En la tarde hay esperanza

para otro día de intentos

 

Cuando la juventud vino a mí

Y la rebeldía me abordó

Contigo descubrí la esencia

Sin hablar

me diste experiencia

 

Me preparaste sillones

hechos de forma compleja

para que yo me sentara

a compartir en pareja

 

Pusiste alfombras en mi camino

No existió mejor anzuelo

para contemplar el cielo

 

Si tú te vas, se me va la vida

Se me va el aire, agua y comida

 

No te dejaré solo otro segundo


Autor: Edwin Rolando García Caal
22 de abril de 2021




¡ARREBATO!

En un pueblo de Masagua,
lloraban por falta de agua,
y oraban en nombre de su estirpe
para pedir que se extirpe
la enfermedad de la cima.

Querían salir de la sima,
a donde sólo el que es necio estima,
que ha llegado sin causa.

Pedían y pedían sin pausa,
incrementar su consumo,
y con sumo
respeto de todos,
probaban de todos modos
pedir las nubes con zumo.

Mientras eso acontecía,
de ver tanta tristeza,
un pobre, pobre, gritaba,
tocándole la cabeza
a todo el que se acercaba.

-¿No estaba yo viendo
que no estaba lloviendo
en  el seno de la sierra?

-¿Y no estaba yo viendo
que en el filo de la sierra
se perdía gota a gota
la savia que hasta hoy se nota?

En su forma de decir,
decía lo que muy pocos
se atrevían a decir.

-¡Sabía la sabia savia,
como era su deber
que no era sólo de ver
la destrucción de la sierra
y al sentir la dura sierra
cortándole las entrañas,
hizo que al fin dejase
nuestro cielo de llover!

Era veintiocho de mayo,
y casi, casi al desmayo,
vio pasar a Dito Barrera,
hacendado del lugar.
El pobre, pobre,
gritó más fuerte:

- ¡Bendito Dios!  ¡Quedáte conmigo!
Quiero que me des aliento
ante este desaliento.

Luego retó al vecino

-¡Ven Dito Barrera!  ¡Ven a platicar conmigo!

Y como si hubiese puesto todo su seso,
en analizar este suceso
Repetía sin cesar:

-¡Si hay que dar al César
lo que es del César,
a Dito Barrera
hay que ponerle barrera!

No está de más informar
que el pobre, pobre, además
de ser de escaso tamaño
a nadie le haría daño.

Cogiendo del cuello a un gato,
continuó con su alegato:

-¿Dónde vamos a acabar,
si vos empujás a cavar
a cada quien su propia tumba?


El arrogante hacendado,
montado en su caballo de nombre “Bato”,
se plantó frente al gritón un rato.

El pobre, pobre retrocedió
hasta estar cerca de la cerca.
Y se quedó paradito.

En su rostro de analista
se adivinaba la lista
de preguntas para Dito.

-¿Vos qué bosque querés?


Tras el silencio retumba
otro grupo de preguntas:

-¿Dónde estás cuando una planta se planta?

-¿Dónde estás cuando una mata se mata?

-¿Dónde estás cuando allá arriba,
arriba el asustado cenzontle?

Lanzando el gato hacia el monte
lo ve volver a sus pies.
Luego, pregunta otra vez:

-¿Vos qué pensás?
¿Qué es fácil decirle adiós
a Dios?

-Cuando una hierba, se hierva
en la olla de tu casa,
antes de poner la mesa
mirá bien que hay que deponer
esta destrucción del bosque.


Con la mirada fija,
fija toda su ironía.
Y sin mediar su presencia,
entreteje una sentencia:

-¡La llama no llama a la llama
si no se quiere quemar,
y nadie planta una planta
que no ha querido plantar!

-Ya la negrura te acecha,
que el que mal siembra
mal cosecha.


Se lo dijo con su acento,
pero sin ponerle acento.

-¿Creés que sólo con pararse
puede uno compararse
a los cielos cual rascacielos?

-¡Claro! Para vos sólo importa el balance y el activo.
Pero el bosque como un volcán,
no siempre estará activo.

-Querés acrecentar tu capital
para marcharte a la capital,
pero dejá de buscar
de jade todas las cosas hermosas.


Mientras su tono iba bajando
seguía el pobre interpelando:

-¿No te das cuenta que la bestia
vestía otra ropa?

-¿Y que ahora a esta hora
no queda un árbol con copa?

Luego vuelve la mirada al cielo,
mira al hacendado
y vuelve a preguntar:

-¿No te das cuenta
que estás acrecentando la cuenta?
¿Qué cuando mandás a cortar madera
mandás a acortar la vida?

-¿De qué manera te tengo que aclarar
que hay un precio que no se puede pagar?

-¿Qué no es el caso aclarar el bosque
para que me hagás caso?

-¡Claro! Como negás el claro
que haz formado.

-¡Claro que se mira el claro
cuando el día está claro!

Pero entiendo que no entendés
lo que yo entiendo,
y que con cara vana
irás tras la caravana,
persiguiendo con gran ansia
la ganancia.

-Pero decíme,
aunque sea
o como sea:

¿A  cómo dar la comodidad que vendés
para acomodar tu vida?


Llega tarde la tarde, en un concierto de grillos.

Y al oír que alzaba la voz,
con cierto ataque de tos,
Dito Barrera,
temiendo que el pobre, pobre,
lo dañara en un arrebato;

Sólo dijo:

¡ARRE BATO!


Autor: Edwin Rolando García Caal







Se cayó la hoja del árbol,
como enmudecida de color,
ya no habla verde,
ahora es café,
sin vida, es inerte;
soportó siete días de agonía
pero al fin le llegó el día.
Se cayó entre dulce melodía
“aproxima el oído en cada hoja
se presiente un profundo rumor”.

Por ser la última hoja en caer,
vio como morían anteriores,
mil una, diez mil una, diez mil cien,
cayeron una a una despidiéndose de él.
Él fue privado de sostén,
nadie lo tocó, nadie lo empujó,
dicen que cayó solo, pero no,
la presión de la erosión lo acompañó.

Se precipitó con una lluvia de verano,
pero eso no fue en vano,
fue una simple conclusión.
El suelo era delgado
y el terreno era inclinado.
Antes, los árboles cuidaban su firmeza,
apoyados por el llano y la maleza
pero todo se quemó.

Necesitaban leña y arrasaron con todo,
maleza, llano y hojas, después la lluvia lleva lodo,
lleva suelo, lleva tierra, lleva todo.
Diez años la volvieron una peña,
ya no existe la sierra, ya no hay lluvia,
ya no hay agua, sólo caras rojas.

Nos vamos a otro lado, ¡alístense patojas!

¿y si pasa lo mismo?

Pues ni modo,

Seguiremos afanados construyendo nuestro abismo.

Autor: Edwin Rolando Garcia Caal



Mala decisión

Camino mil veces sobre el mismo suelo,
porque aquí en mi casa hay muy poca tierra
y sueño mil veces levantar el vuelo,
pues de morir aquí, la idea me aterra.

Pero ¿Cómo podría? Si no tengo nada.
Mi barriga vacía está desairada.
Deliro cual árbol en medio del fuego,
mientras mis padres dicen: comeremos luego.

¡Ya no aguanto el hambre!
Y mis hermanitos igual que un enjambre
se devoran todo
y yo, pues no hay modo.

Aquí ya no hay agua,
se ha secado el río.
Y de tanto incendio
se acabó la leña.

Apenas escribo
pues no fui a la escuela,
y tampoco sé que es leer corrido-

Sin embargo, espero ir a la ciudad
lugar que en mis sueños ya he recorrido.

Pero aún no sé, 
pues el don que enseña
dice que esa es mala decisión.

La ciudad es como 
una dura peña
y dice que hace contaminación.

Autor: Edwin Rolando García Caal


2 comentarios:

karina lay dijo...

olaaa!! ps la vdd es q lo felicito, sus lecturas ayudan a meditar i aprender de lo q se lee... DLB! i le siga llenando de sabiduria para q pueda seguir transmitiendo mas lecturas edificadoras.... cuidese! se le aprecia! saludos!

Anónimo dijo...

Excelente verso el de Arrebato Profesor, con la primera leída que le di no entendía nada pero después de 2 leídas más y con ayuda de un diccionario logré entenderlo. Si todos nos organizáramos lograríamos ayudar a la naturaleza, pero la palabra "organización" no la conoce Guatemala; carecemos de este significado. No nos apoyamos unos entre otros más bien nos destruimos. Nancy Yesenia Lemus